El padre del yihadista de Túnez: «Mi hijo no ha cambiado, es un buen hijo»
29/06/2015 –
Quienes conocían al joven que mató a 38 turistas no entienden lo que pasó
La cuna del asesino está en mitad de ninguna parte, en Gafour, un pueblo de apenas mil habitantes en el corazón de polvo y piedras de Túnez, un horno en el que hace 23 años nació Saifedin Rizgui, el joven que el pasado viernes mató a 38 personas en un hotel de Susa. Allí sigue llorando el triste final del hijo descarriado su padre, Hakim, que ayer habló con ABC en la entrada de una casa familiar en la que la consternación ha llegado para quedarse.
«No me lo puedo creer, no me lo puedo creer», repite una y otra vez apoyado en la pared encalada de su modesta morada. Para este hombre que ya peina canas, el tirador despiadado que sembró el terror en un idílico destino de vacaciones no era su criatura, de la que sigue hablando en presente: «Mi hijo no ha cambiado, mi hijo es un buen hijo», afirma.
Según cuentan Hakim y el resto de familiares, que continúan el duelo con él, rodeados por las cabras del pueblo, Saifedin había ido allí a visitarlos solo dos días antes de perpetrar la matanza del hotel Riu. «Lo encontré como siempre … y ahora está muerto», recuerda al borde de las lágrimas su progenitor.
Nadie lo entiende
En realidad, en Gafour, nadie entiende nada. Tampoco Karim Jouini, de 27 años, amigo íntimo del asesino. Ambos practicaron «break-dance» junto a otros muchachos del lugar durante años. «Siempre tuve mucha confianza en él y era como mi hermano pequeño, hasta que se marchó a estudiar fuera», explica.
Fue en la religiosa Kairuán, a la que se marchó a completar sus estudios de Tecnología, donde, según creen los que le conocieron, se le inoculó a Saifedin el virus del odio que le llevó a acabar de esta manera. «Lo que ha pasado no es culpa suya, es culpa de los que le enseñaron», asegura su primo Nisab, que se confiesa con el corazón roto por lo sucedido.
El padre, Hakim, cuenta que su hijo «iba a la mezquita de vez en cuando, pero no tenía internet en casa», unas explicaciones que ya tuvo que darle a la Policía en Túnez nada más suceder la masacre. Él y su esposa fueron arrestados el mismo día del atentado y trasladados a dependencias policiales en la capital, junto a un ordenador portátil que se llevaron de casa de los Rizgui. Más dolor que añadir a una herida de la que nunca se recuperarán.
Ya en libertad, Hakim se agarra desesperadamente a la imagen de su hijo que él recuerda y no la del matarife de Estado Islámico que ha trascendido y permanecerá en todo el mundo: «Era muy buen estudiante y todos aquí lo apreciaban», dice, antes de despedirse para encerrarse en el patio en el que su mujer «lleva llorando desde el viernes».
Nunca viajó al extranjero
El sangriento desenlace de la vida de Gafour pone bajo la lupa la problemática a la que se enfrentan los jóvenes tunecinos. Aunque de acuerdo con los datos disponibles hasta ahora, no hay constancia de que el asesino de Susa hubiera viajado nunca al extranjero, Túnez es el país que más voluntarios envía a combatir en la guerra que Estado Islámico libra en Siria e Irak (alrededor de 3.000), un dato que cuesta no relacionar con la falta de expectativas laborales y sociales que sufren en su país. En Gafour la mayor parte de los menores de treinta años no tiene trabajo o lo tiene solo en los meses de verano en alguno de los puntos turísticos de la costa. Un sector fuertemente golpeado después de sufrir este segundo atentado.
A tres horas de malas carreteras de Gafour, en Susa, Mariam Bouhadida, que fue una de las decenas de personas que se acercaron a dejar flores al lugar del atentado en memoria de las víctimas, describe la situación de «mucha gente joven que hace sus estudios y que luego no puede trabajar». Ella es ingeniera agrónoma y la tesis doctoral, que completó en España, le ayudó a insertarse en el precario mercado laboral del país. Aún así sabe que su caso es una excepción.
En Susa, una manifestación local recorrió la zona turística de Port El Kantouie, donde se produjo el cruento ataque, para expresar su condena al terrorismo. En esta marcha, la mayoría de las voces mostraban apoyo al Gobierno en su decisión de cerrar las mezquitas sospechosas de difundir las ideas extremistas. «Todo esto es culpa de los islamistas de Enhadda y de los años de la transición, en los que se permitió que entraran armas sin control en el país y proliferó el fanatismo», denunciaba otra mujer, Saida Mbacher.
Enhadda es la formación islamista moderada que pilotó desde el Gobierno la transición a la democracia tras la caida del dictador Ben Alí, en 2011. Ahora apoyan al gobierno de coalición que preside Beji Caid Essebsi y cuya formación a finales del año pasado fue considerada por los más optimistas la culminación del tránsito a la democracia.
Ayer, el primer día de vigencia de las medidas de seguridad excepcionales decretadas por el Gobierno, ya se detectaba una mayor presencia de las fuerzas de seguridad en todo el país, con controles policiales en los cruces de carreteras.
Diario ABC de España
https://bajurtov.wordpress.com/2015/06/29/el-padre-del-yihadista-de-tunez-mi-hijo-no-ha-cambiado-es-un-buen-hijo/
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