Una exposición en Jerusalén abarca 3.500 años de historia del color azul en Israel
Un viaje de más de 3.500 años de historia alrededor del color azul celeste desde que fuera un símbolo de “riqueza y divinidad” en Oriente Próximo hasta su conexión actual con el Estado de Israel es la temática de la nueva exposición presentada en el Museo de las Tierras de la Biblia de Jerusalén.
“Esta es una exposición muy especial en torno a la idea del color azul y su importancia, tanto en el judaísmo como en el Mundo Antiguo”, explicó Yehuda Kaplan, uno de los curadores (comisarios) de “Out of the blue”, muestra artística que abrirá sus puertas al público el próximo 1 de junio.
Fenicios y persas obtenían los pigmentos púrpura y azul celeste, conocido como “tjelet”, en hebreo moderno, de las glándulas de los caracoles marinos “murex”, cuya mucosidad adquiere color una vez expuesta a la radiación solar y a un proceso de oxidación.
Con el declive de la industria del tinte azul y púrpura, la habilidad requerida para producir estos pigmentos cayó en el olvido, y solo de nuevo en el siglo XX “hubo un intento de redescubrir el “azul ‘tjelet’ perdido”, según Kaplan, gracias al esfuerzo de Isaac Herzog, el primer rabino jefe del Estado de Israel.
“En el mundo antiguo, el proceso de teñir y crear colores que no se disiparan con el sol o destiñeran con el agua era muy complicado, y el azul, en particular, era el color más difícil de aplicar”, apuntó Amanda Weiss, directora del museo, y añadió que por ello era el tono predilecto de “reyes y sumos sacerdotes”.
Sus orígenes se remontan a la piedra azul semipreciosa lapislázuli, importada desde Afganistán y asociada en las culturas mesopotámica, egipcia y cananea con lo celestial, “la morada de los dioses”, significado sagrado incorporado también en el judaísmo.
“Una de las leyes más importantes del judaísmo ordena que los israelíes aten hilos de azul “tjelet” en los flecos de sus mantos de rezo como recordatorio del cielo, de Dios y de sus mandamientos”, explicó Kaplan en alusión al Talmud, obra principal del judaísmo, por lo que este color es considerado divino.
Por primera vez son expuestos en un museo fragmentos textiles teñidos de azul celeste y púrpura de dos mil años de antigüedad hallados en las cuevas del desierto de Judea y Masada, además de otros objetos, como una corona con incrustaciones de lapislázuli, “símbolo de la aristocracia y la riqueza” asociadas a estos colores.
A finales del siglo XIX, los líderes del movimiento sionista fueron quienes recuperaron el azul celeste con la intención de crear una bandera que expresara la identidad y las aspiraciones nacionales del pueblo judío, para lo que, de acuerdo con Kaplan, “regresaron al ‘talit’ (manto de rezo)”.
“Cuando el movimiento sionista buscaba inspiración sobre cómo sería la bandera para los judíos, antes de la creación del Estado de Israel, volvieron al ‘talit’, al atuendo de rezo, y a sus colores: el blanco y el azul”, concluyó el curador. EFE
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