Son los Musulmanes Los Nuevos Fantasmas:
Reflexiones sobre la audacia antidemocrática de Putines y Estados Islámicos
Este 2014 es un año de miedos. Memoriosos recuerdan dos efemérides: 100 años de la primera guerra mundial.
75 de la segunda. Historiadores recuentan sus enseñanzas ansiosos de
que las tragedias no se repitan. Mientras tanto, regresan fantasmas del
pasado, sea como Zares vengativos o nacionalismos resucitados. Asoma el
espectro de la yihad, aunque este sea un fantasma mucho más viejo. Como telón de fondo, el cariz cristiano
de Europa se desvanece. Las mezquitas se llenan, las parroquias cierran e
islamistas militantes desprecian la Europa que los acogió. Pareciera
que sobran razones para un miedo difuso e indefinido que recorre el
mundo.
Curioso. Hace sólo veinticinco años cayó
el Muro de Berlín y con ello la infame satrapía soviética que prolongó
44 años la terrible noche que sus primos nazis hicieron caer sobre
Europa Oriental. Felicísima efeméride y la mayor victoria del
liberalismo occidental.
¿Exageramos los peligros? Probable, pero
lecciones de la historia parecen olvidadas, explicando quizá el escozor
que despiertan estos fantasmas del pasado.
Una primera lección
olvidada es que las guerras no son anacronismos. Corresponden a la
naturaleza del hombre. La progresía internacional sostiene que la
necesidad de preparación bélica sólo existe en la febril imaginación de
neandertales gringos y que el camino del futuro es expandir el estado
de bienestar, erradicando infortunios y adversidades. Hoy los enemigos
de occidente nos creen (Latinoamérica incluida) débiles y hedonistas,
prestos para la ignominiosa derrota. La audacia de Putines y Estados
Islámicos no es gratuita.
Luego tenemos un meme favorito de la
progresía mundial: El cristianismo es fuente de atraso, oscurantismo y
opresión a mujeres y homosexuales. Olvidan que el cristianismo junto con
el legado greco latino forman los cimientos de la civilización
occidental, de las libertades de creencia y conciencia, de los derechos
humanos y dignidad del hombre (ver el brillante discurso de Benedicto
XVI en Ratisbona al respecto). Estas libertades serían impensables en
contextos ateos o islámicos. Después de todo Lenin, Stalin, Mao, Castro o
Khomeini no fueron campeones de los derechos humanos. Y a Marx tampoco
le interesaron demasiado.
Una tercera lección es que los sistemas
políticos requieren nociones compartidas de orden y legitimidad,
nutridos de la historia. A nivel internacional la ONU no los brinda y
ninguna instancia burocrática podría darlos.
Entonces, ¿que puede unir a los
americanos anglos y latinos? ¿A sudamericanos con asiáticos? ¿El
comercio? ¿Cambiaremos la Iglesia por el Comité Internacional del Cambio
Climático? ¿Qué une a británicos o españoles que enfrentan el
secesionismo? ¿Mero y cambiante pragmatismo?
Mientras tanto, el Perú sufre el embate
de fuerzas disgregadoras. Lo que ocurre en el mundo es parte de lo que
sucede en nuestro país y no es casualidad. Llámense Putin, Gregorio Santos, Aduviri o Evo Morales. Quieren derribar el orden existente e imponer el suyo. Son los enemigos y empecemos por reconocerlo.
Para derrotarlos, en lo que toca al
Perú, debemos recordar aquello que nos unió y aquello que puede hacerlo
en el futuro. Valores comunes, tradiciones, memoria compartida de
sacrificios y herencias, todas ideas que la izquierda “moderna” y
progresista ataca. Por estupidez o designio eso es lo que hacen.
No en vano el miedo y la angustia andan por el mundo – y por aquí también – aunque muchos no quieran verlo aún.
(23 – oct – 2014)
Tomado de: http://elmontonero.pe/columnas/2014/10/los-fantasmas/
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