martes, 15 de septiembre de 2015

La Kataib Mosul o la Brigada de Mosul del Estado Islámico

terrorismo contra-terrorismo

POR 80REBECCA
15/09/2015

Como en la película, ex militares se han conjurado para cambiar la historia en la ciudad Convertidos en un comando clandestino, secuestran y eliminan a líderes del ISIS.

Crónica logra contactar con ellos y nos cuentan sus ‘hazañas’,  en lo que va de año han matado a 271 yihadistas y herido a 71 ‘Hemos cumplido con el propósito de que sufran pérdidas humanas’, dice un dirigente

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Imágenes con las que el IS publicita su control de la ciudad iraquí de Mosul, tomada por los yihadistas en junio de 2014.
Omar Sharin trabajaba en el aparato de seguridad que siembra el terror en las calles de Mosul desde que hace 15 meses las huestes del autodenominado Estado Islámico irrumpieron en la ciudad. Yaser Suleiman fabricaba los artefactos explosivos con los que los cachorros del califato, seducidos por la promesa del paraíso, se lanzan sobre las líneas enemigas. Omar falleció hace un par de sábados mientras circulaba por el barrio de Arbajiya a bordo de una furgoneta Nissan. Un grupo de encapuchados le descerrajó un tiro. Yaser, en cambio, recibió el tiro de gracia a principios de año.
En mitad de la urbe que los yihadistas han transfigurado en su bastión iraquí, un escuadrón de rebeldes se mueve sigiloso firmando desde hace meses asesinatos selectivos de secuaces del IS (Estado Islámico, por sus siglas en inglés). Sus heroicos autores persiguen minar una autoridad establecida a golpe de macabras decapitaciones, amputaciones o lapidaciones. “Decidimos actuar después de que los criminales del daesh (acrónimo del IS en árabe) ocuparan Mosul y las tropas del ejército y la policía iraquíes escaparan dejándonos sin protección. Un grupo de vecinos con experiencia militar nos reunimos y empezamos a diseñar operaciones para demostrarles que sí hay resistencia interna”, relata a Crónica uno de los integrantes de las bautizadas como Kataib Mosul (Las brigadas de Mosul, en árabe). Por razones de seguridad este miembro del movimiento que desafía a los acólitos del califato pide hablar desde el anonimato. “Nuestro objetivo son todos los líderes del IS y quienes colaboran con ellos, tanto extranjeros como iraquíes”, precisa.
Da un silencio por respuesta cuando se le pregunta por la cifra de efectivos que vigilan los movimientos de los barbudos, esbozan los atentados y los terminan ejecutando. “Lo que puedo decirle es que desde hace algún tiempo llevamos a cabo una operación al día. Disponemos de un buen número de armas y contamos incluso con carros de combate”, replican desde la brigada.
Desde su estreno en agosto de 2014 la milicia ha ido perfeccionando el organigrama. En la actualidad su consejo militar dirige hasta cuatro milicias dedicadas a distintos menesteres. La primera unidad está diseñada para “liquidar a los traidores del daesh”. “Juramos que mataremos a quienes asesinan a los liberales y moderados de Mosul y luego retozan con concubinas. Conseguiremos que quienes han emprendido la huida regresen a sus hogares. Sean suníes, chiíes o cristianos”, declama el cabecilla del regimiento en un comunicado en vídeo. Está rodeado por un puñado de milicianos embozados que sostienen la bandera de Irak.
Varios de los atentados perpetrados por el grupo y los certeros disparos despachados por los francotiradores proceden de esta primera cuadrilla encargada de cobrarse la venganza por la persecución sectaria desatada por el IS.
En una puesta en escena similar, el segundo batallón -apodado la brigada del terremoto- promete “liberar de los terroristas Mosul y Nínive”, la provincia iraquí de la que Mosul es capital. “Les conocemos uno por uno”, advierte amenazante su caudillo. La unidad asegura haber aniquilado, entre otros, al kurdo Abu Ayub y al marroquí Abu Omar Seif al Islam, responsables de adiestrar en el manejo de armas a los imberbes enrolados en un campamento a las afueras de la urbe.
La tercera brigada en liza -que honra al “profeta Seth”, tercer hijo de Adán y Eva y hermano menor de Caín y Abel- tiene asignada la misión de perseguir y dar caza “a quienes han destruido las mezquitas e iglesias” de la villa. “Vamos a defender nuestra religión común hasta el último hálito de vida”, afirma uno de sus paladines. Entre sus éxitos destaca haber segado la vida de Mahmud Sibiba, uno de los desalmados que participó en la voladura de la mezquita y santuario del profeta Jonás, encaramada sobre las ruinas de Nínive en el solar que ocupó una antigua iglesia.
Descubrir las redes de información y los cuarteles de la inteligencia del IS es tarea de la brigada del trueno, la cuarta y última tropa que compone el grupo armado. Sus afiliados pergeñaron recientemente el secuestro y posterior ejecución de un dirigente de la poderosa organización que lidera Abu Bakr al Bagdadi y cuyo control sobre un tercio de Irak y la mitad de la vecina Siria ha disuelto las fronteras trazadas por las viejas potencias coloniales.
Hasta ahora los ataques de Kataib Mosul no habían saltado a la prensa. Las enormes dificultades para entablar comunicación con los confines del califato habían extendido la sensación de que Mosul había recibido con los abrazos abiertos a las nuevas autoridades.
“La mayoría de la población está en contra del daesh y ansía liberarse de su puño pero la represión y la injusticia que practican los yihadistas han acabado imponiendo el terror y el silencio”, arguye el miembro de la brigada. En el último año han consumado 161 operaciones que han provocado en el enemigo 271 bajas y 71 heridos. “Hemos cumplido el propósito de que sufran pérdidas humanas. Ahora hay que dañar también sus rutas de suministro”, agrega.
Su campaña de hostigamiento parece un trasunto de Malditos Bastados, la ficción de Quentin Tarantino en la que una banda reclutada por un teniente estadounidense liquida a nazis con los métodos más sádicos.
La principal diferencia es que en el callejero de Mosul la cuadrilla es de carne y hueso. Sus zarpazos incluyen contrapropaganda como la izada de una enseña iraquí en los accesos a un campamento de entrenamiento del IS o la publicación de comunicados en los que azuzan la conciencia de los traumatizados habitantes.
“Tu silencio afianza a los extranjeros que han secuestrado el destino de tu ciudad y cometido crímenes contra su historia, civilización, religión y sus raíces… Tu ciudad, sin embargo, será capaz de renacer a través de ti y alumbrar la esperanza de una vida que no sea perturbada por ideas reaccionarias”, reza uno de los panfletos de una brigada cuyo emblema fusiona un rifle con la silueta del minarete de la Gran Mezquita de Mosul, que la obstinación de la población ha logrado salvar de la demolición dictada por los muyahidines (guerreros santos).
Las embestidas de Kataib Mosul son la única esperanza a la que pueden aferrarse los residentes de la segunda ciudad de Irak. “Derrotar al daesh es posible si recibimos armas y munición desde el exterior y si se despliega una fuerza militar en los alrededores de Mosul para atacar la ciudad de manera coordinada”, barruntan desde una brigada apoyada por la influyente familia Al Nujaifi, un clan oriundo de la urbe del que forman parte el gobernador de Mosul en el exilio Atheel al Nujaifi y su hermano Osama, ex presidente del Parlamento iraquí.
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Fotogramas que muestran algunas de las ejecuciones cometidas por este comando.
“Los ataques de la resistencia son muy valiosos. Son pocos pero esperanzadores porque se llevan a cabo sin apoyo exterior y dependiendo de sí mismos”, declara Atheel desde su refugio en Erbil, la próspera capital del Kurdistán iraquí. “Es cierto que son operaciones a pequeña escala pero representan una amenaza para el IS. Los yihadistas se la toman en serio y tratan de sofocarla. No toleran la competencia de otros grupos armados en las áreas bajo su yugo y quieren monopolizar la violencia”, recalca el politólogo iraquí Ahmed Ali.
Las escaramuzas de Kataib Mosul y el entramado de lealtades que han tejido sus golpes se han convertido en un quebradero de cabeza para los gerifaltes del califato y han alentado otras hazañas. A principios de mes una cuadrilla de hombres armados asaltó el cuartel de un escuadrón de mujeres del IS encargadas de arrestar y castigar a las vecinas que violen su ultraconservadora interpretación de la sharia (legislación islámica). El embate mató a cinco féminas. “Se está logrando organizar una resistencia armada que usa las mismas tácticas que empleó el IS para tomar la ciudad. Habrá nuevas acciones. Es sólo el inicio”, indica ilusionado un activista de Mosul. Y el militante de Kataib Mosul asiente: “Heemos sufridos bajas. Varios de nuestros compañeros fueron capturados y torturados hasta la muerte. Ni siquiera recurriendo a sus métodos más atroces consiguieron que nuestros camaradas nos delataran."
por Francisco Carrión
 elmundo
https://bajurtov.wordpress.com/2015/09/15/los-malditos-bastardos-del-estado-islamico/

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