Trece años en la Presidencia de Abbas, la corrupción y la autocracia dominan Cisjordania

Grant Rumley. 9 de enero de 2018
Tal día como hoy del 2005, Mahmoud Abbas fue elegido presidente de la Autoridad Palestina (AP). En su discurso inaugural, Abbas elogió la “transferencia pacífica de autoridad” y se comprometió a “iniciar el proceso de reforma … para establecer los cimientos del estado palestino al que aspiramos”. Después de una década de férreo gobierno de la AP por parte de Yasser Arafat  – con sus últimos años caracterizados por un levantamiento palestino armado – Abbas parecía un soplo de aire fresco. Ahora, sin embargo, cuando inicia el decimocuarto año de su mandato presidencial de cuatro años, está claro que Abbas ha incumplido muchas de sus promesas y exacerbado la crisis de corrupción y autocracia dentro de la Autoridad Palestina.Cuando Abbas fue nombrado el primer primer ministro de la Autoridad Palestina en 2003, fue porque Arafat estaba bajo intensa presión externa para diluir el poder y ampliar la escena política palestina. Como crítico de Arafat, Abbas se rodeó de reformistas afines, como el economista de formación occidental Salam Fayyad. Fue este enfoque en contraste con Arafat lo que le hizo querer a la élite política palestina y a Occidente.
Después de que Arafat muriera en noviembre de 2004 y Abbas ascendiera a la presidencia en enero de 2005, Abbas elevó la plataforma de construcción institucional de Fayyad a una prioridad nacional. Sin embargo, Abbas también trajo consigo su propio estilo de nepotismo. Cuando la agenda de reformas de Fayyad se acercó demasiado a su hogar -particularmente cuando desafió la apuesta de Abbas por la estadidad de las Naciones Unidas- fue expulsado sin contemplaciones.
Es cierto que el experimento de Abbas de reforma política fue un fracaso. Se comprometió a celebrar elecciones legislativas en su discurso inaugural en 2005, sin embargo, esas elecciones vieron a los palestinos votar por sus rivales en Hamas. Esas elecciones alimentaron una guerra civil en 2007 en la que Abbas perdió la Franja de Gaza, un shock sísmico que ha dictado su presidencia desde entonces.
Desde entonces, Abbas ha tomado medidas drásticas contra la sociedad civil, la libertad de expresión y las actividades de sus rivales políticos. Cuando miles de profesores de AP tomaron las calles para protestar por sus condiciones de trabajo, las fuerzas de la AP de Abbas encarcelaron a los líderes y bloquearon sus rutas de protesta. Cuando las críticas a su presidencia se expandieron rápidamente en línea, Abbas promulgó una legislación draconiana sobre delitos cibernéticos que le permite arrestar a cualquiera que lo critique en las redes sociales. Y cuando los miembros de su propia facción Fatah han desafiado su gobierno, él los purgó sumariamente de los órganos del partido.
El resultado ha sido una regresión política en Cisjordania. Abbas ha eclipsado a Arafat en ambos tiempos como presidente de la AP y, posiblemente, en estilo autocrático. Él es responsable ante pocos, si alguno, palestinos. Si los funcionarios occidentales esperan progresar en el proceso de paz israelo-palestino, deberían comenzar buscando nuevos reformadores para reactivar la agenda de construcción institucional. También deberían comenzar a pedirle cuentas a Abbas.
Grant Rumley es investigador de la Fundación para la Defensa de las Democracias. Sigue a Grant en Twitter @GrantRumle
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