Cómo alcanzar un acuerdo nuclear con Irán
Por: Behrooz Behbudi
En Washington, el presidente Obama está resistiéndose a una nueva ofensiva de republicanos y demócratas en el Congreso para una nueva ronda de sanciones contra Irán. En Teherán, el presidente Ruhaní está desesperado por que caigan las sanciones vigentes.
“Vetaré cualquier propuesta [para nuevas sanciones] que venga a mi mesa”, dijo el presidente Obama en respuesta a una pregunta en una rueda de prensa conjunta con el primer ministro británico, David Cameron. Reiteró su promesa durante el Discurso del Estado de la Unión. Obama ha dicho que quiere continuar con las negociaciones “hasta que avancen”.
La última amenaza para el éxito de un pacto con Irán vino inmediatamente después de las atrocidades de París, que demuestran una vez más cómo los conflictos y políticas de Oriente Medio afectan a las capitales occidentales.
Ni qué decir tiene que el tipo de terrorismo al que se enfrenta el mundo tiene sus raíces en ideologías financiadas por Estados, con el régimen iraní como uno de sus instigadores.
Con su gran implicación militar en Irak, Siria, Yemen y el norte de África, el régimen iraní se considera el bastión del “islam revolucionario”, en oposición al influjo de los más conservadores Estados árabes suníes.
La visión general en Washington es que con el presidente Ruhaní en el poder, el mundo occidental ha encontrado un aliado político en Irán que anhela traer la paz y llegar a un acuerdo en materia nuclear. Quizá sea verdad que Ruhaní, temeroso del colapso económico de la República Islámica ante el régimen de sanciones, estaría dispuesto a tal compromiso. Sin embargo, sólo representa una facción de la República Islámica. La otra, dirigida por el Líder Supremo Jamenei y sus aliados en la plana mayor de la Guardia Revolucionaria, ve un posible pacto nuclear con Occidente como el principio del fin de su poder político en Irán.
Si se analiza con detenimiento el desempeño Ruhaní en el Gobierno, queda claro que no ha sido capaz de ofrecer grandes reformas sociales o económicas a la sociedad iraní, debido a la oposición de Jamenei. “El presidente en Irán no es más que un subordinado del Líder Supremo”, dijo una vez el expresidente reformista Mohamed Jatamí, para justificar sus propios fracasos.
Ante esta realidad, incluso aunque Obama triunfase en su búsqueda de un acuerdo, no hay garantía de que fuera a perdurar.
Las potencias mundiales necesitan asegurarse de que cualquier trato sea también rubricado por el ayatolá Jamenei y los comandantes de la Guardia Revolucionaria. Sólo así demostrarían los verdaderos detentadores del poder su compromiso con la paz en Oriente Medio y con la prosperidad del pueblo iraní.
Fuente: The Algemeiner
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