COVID-19 y mortalidad: por qué cada vez menos pacientes mueren en unidades de cuidados intensivos
Las declaraciones del reconocido cardiólogo e investigador norteamericano Eric Topol sobre la baja de la mortalidad en pacientes ingresados en la UCI del Reino Unido llamaron la atención de los especialistas. Cuál es la situación en la Argentina
Por Belen Filgueira
La tasa de mortalidad de los pacientes de COVID-19 en cuidados intensivos ha disminuido en alrededor de un tercio desde el comienzo de la pandemia, debido al menos en parte a una mejor atención hospitalaria, según una revisión de los estudios publicados (REUTERS)
En marzo, cuando los casos de COVID-19 comenzaron su aumento exponencial en un país tras otro, los médicos se centraron en salvar la vida de los pacientes. El rápido intercambio de conocimientos, los ensayos clínicos y la experiencia práctica han hecho que la enfermedad sea menos mortal, y para los especialistas el Reino Unido es ejemplo de ello.
Según una investigación que realizó el Center for Evidence-Based Medicine, con sede en el Departamento de Ciencias de la Salud de Atención Primaria de Nuffield en la Universidad de Oxford, en Gran Bretaña, aproximadamente la mitad de los pacientes tratados en unidades de cuidados intensivos (UCI) en las semanas anteriores a mediados de abril fallecieron. A finales de junio, la mortalidad estaba por debajo del 30%. Tales reducciones se observaron en todos los grupos de edad, lo que significa que la caída no puede haber sido causada por menos personas mayores frágiles que llegan al hospital. En lugares donde la epidemia ha remitido, las salas más tranquilas han significado una mejor atención. Pero el conocimiento mejorado sobre el tratamiento probablemente explica gran parte de la mejora.
Los médicos han aprendido mucho. Han dejado de apresurar a los pacientes con COVID-19 a los respiradores, lo que puede causar daño pulmonar. El oxígeno suministrado a través de pequeñas cánulas nasales es mucho menos invasivo y, a menudo, cumple su función. En las UCI británicas, la proporción de pacientes con COVID-19 con respiradores disminuyó del 90% en los primeros días al 30% en junio. Los protocolos de tratamiento han mejorado aún más con la adición de dexametasona, un fármaco inhibidor del sistema inmunológico que aumenta las tasas de supervivencia en pacientes que necesitan oxígeno.
“El estudio muestra la impresionante reducción de la mortalidad lograda durante la pandemia para los pacientes ingresados en la UCI de Reino Unido. Los 10 a 20 puntos porcentuales absolutos de mejora de la supervivencia, en todos los grupos de edad, son sorprendentes. Dentro de los tratamientos que han mejorado se destacan: uso más restringido de ventilación mecánica, anticoagulantes, decúbito prono, dexametasona, ECMO (oxigenación por membrana extracorpórea no como último recurso) y la evitación de fármacos sin eficacia”, manifestó Eric Topol, reconocido cardiólogo, genetista e investigador en su cuenta de Twitter.
“El estudio muestra la impresionante reducción de la mortalidad lograda durante la pandemia para los pacientes ingresados en la UCI de Reino Unido"
La tasa de mortalidad de los pacientes de COVID-19 en cuidados intensivos ha disminuido en alrededor de un tercio desde el comienzo de la pandemia, debido al menos en parte a una mejor atención hospitalaria, según una revisión de los estudios publicados. El análisis global de 24 estudios de observación de COVID-19, la enfermedad causada por el nuevo coronavirus, fue publicado en la revista Anaesthesia. La investigación dirigida por Tim Cook, profesor de los Royal United Hospitals Bath en Reino Unido, concluyó que la tasa de mortalidad general de los pacientes de COVID-19 en las unidades de cuidados intensivos (UCI) ha disminuido de casi el 60% desde finales de marzo al 42% a finales de mayo. La tasa no fue significativamente diferente en Europa, Asia y América del Norte.
Los autores del estudio ofrecieron varias explicaciones, entre ellas “el rápido aprendizaje que se ha producido a escala mundial debido a la pronta publicación de los informes clínicos en las primeras etapas de la pandemia”. También sugirieron que las UCI de los hospitales podrían haber estado bajo una mayor presión al principio de la pandemia.
Médicos de todo el mundo han informado que se han realizado progresos en el aprendizaje sobre el virus para comprender mejor los problemas fundamentales de muchos pacientes, aunque queda mucho por hacer en cuanto al desarrollo de tratamientos y vacunas preventivas. “De a poco vamos aprendiendo sobre el comportamiento de este virus y el tiempo nos va dando un poco más de experiencia. Hay un determinante fundamental en esta disminución de la tasa de mortalidad de los pacientes de COVID-19 en cuidados intensivos y es el de identificar en forma precoz a los pacientes graves, es decir cuando ingresan con un compromiso clínico. Hoy en día, hemos aprendido que la intervención precoz en este tipo de pacientes -sobre todo con el uso de corticoides como la dexametasona y el uso de plasma con dosaje de anticuerpos altos- mejora el pronóstico de estos pacientes”, explicó a Infobae el doctor Nicolás Lalor, jefe de cardiología del Sanatorio Anchorena Recoleta.
Eric Topol, destacado cardiólogo y director del Instituto Scripps Research Translational que ha adoptado el estudio de la genómica y los últimos avances en tecnología para tratar enfermedades crónicas, se refirió a la impresionante reducción de la mortalidad para los pacientes ingresados en la UCI del Reino Unido en su cuenta de Twitter y llamó la atención de especialistas y profesionales (Bloomberg)
La revisión encontró que la mortalidad en la UCI no difiere significativamente entre las regiones, a pesar de las variaciones aparentes en los tratamientos y otras áreas, lo que sugiere que ninguna terapia específica ha reducido especialmente la mortalidad en la UCI, dijeron los autores en un comunicado. En junio, se descubrió que el antiinflamatorio económico dexametasona reduce las muertes en un tercio entre los pacientes que reciben ventilación mecánica, y existe esperanza de que esto mejore aún más la supervivencia, dijeron.
Para Lalor, “la situación en nuestro país es muy heterogénea. En la región del AMBA, es bastante asimétrico con lo que sucede en otras zonas del interior del país. Específicamente en la zona de Capital Federal, como todas las épocas de invierno -y por lo menos en los centros asistenciales relacionados a la actividad privada-, siempre estamos con falta de camas y siempre hacemos malabares para conseguirlas. En este contexto, el uso y disponibilidad de las camas es muy parecido a años previos. Lo que cambió es la patología, el agente o la infección que genera la necesidad”.
La mortalidad en las UCI por COVID-19 es casi el doble de la tasa típica del 22% para otras neumonías virales. “Sin embargo, el mensaje importante es que a medida que la pandemia ha progresado y todos estos factores se combinan, la supervivencia de los pacientes admitidos en UCI con COVID-19 ha mejorado significativamente”, explicaron los autores.
“En el mundo de la medicina pasó una cosa muy atípica. Hemos vivido el descubrimiento y el desarrollo de una enfermedad en muy pocos meses, una enfermedad con una característica distintiva que fue que la acompañó la tecnología y la comunicación casi al día, y fue generando muchos cambios médicos muy rápidos. Todo este aprendizaje forzoso en el manejo y conocimiento del virus, y la posibilidad de tener estas herramientas hacen que hoy podamos ver estos resultados. En Argentina, en medio de las condiciones climáticas que le gustan a estos virus para circular sumado a que hay cierto relajo o saturación por parte de la gente hacia el encierro, aumentan los casos y la internación por pacientes graves. Sin embargo, estamos manteniendo una meseta, alta pero mantenida al fin”, concluyó el especialista.
La mortalidad en las UCI por COVID-19 es casi el doble de la tasa típica del 22% para otras neumonías virales (REUTERS)
Topol, destacado cardiólogo y director del Instituto Scripps Research Translational que ha adoptado el estudio de la genómica y los últimos avances en tecnología para tratar enfermedades crónicas, se refirió a la labor de investigación del Centro Nacional de Auditoría e Investigación de Cuidados Intensivos (ICNARC por sus siglas en inglés) sobre pacientes en cuidados intensivos que están críticamente enfermos con COVID-19.
“Estos informes son la prueba de cómo los datos en tiempo real para pacientes críticamente enfermos son invaluables. No solo brindan una ventana a esta mejora sustancial de los resultados, sino que, en última instancia, nos ayudarán a comprender los factores que la provocaron. Desafortunadamente, no contamos con nada como esto en los Estados Unidos, pero actualmente se están realizando esfuerzos para simular tales capacidades y merecen la máxima prioridad”, dijo.
En la mayoría de las personas, el COVID-19 es una enfermedad leve y breve. Entre un tercio y la mitad de los infectados no notan ningún síntoma. En aquellos que se sienten mal, los síntomas suelen desaparecer en dos o tres semanas con solo reposo en casa. En Europa, solo alrededor del 3-4% de las personas infectadas ingresan en el hospital.
Sin embargo, al mismo tiempo, se hace evidente que una pequeña pero significativa proporción de los infectados presenta síntomas que persisten durante meses. La recuperación prolongada no es inusual para los pacientes hospitalizados por neumonía, una complicación frecuente del COVID-19. También es común para las personas que han sido ingresadas en una UCI, que por definición están gravemente enfermas. Pero muchos médicos dicen que la proporción de pacientes con COVID-19 con problemas persistentes es mucho más alta que la que se observa con otras enfermedades virales como la influenza. Los problemas también son más variados, y a menudo incluyen síntomas pulmonares, cardíacos y psicológicos, dice Sally Singh, de la Universidad de Leicester, quien lidera el desarrollo de un programa de rehabilitación COVID-19 para el servicio de salud de Gran Bretaña.
“Todavía hay personas que cuestionan la utilidad de los bloqueos. Más allá de la supresión de la propagación del virus y de evitar una posible sobrecarga de recursos médicos, dan tiempo para aprender y ayudar a los pacientes que quizás no hubieran sobrevivido en un escenario anterior”, finalizó Topol.
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