Riesgo de guerra total en Siria
Por Lluís Miquel Hurtado
El presidente estadounidense, Donald Trump, ha virado el rumbo no intervencionista de su predecesor y ahora asoma el peligro. Barack Obama evitó durante años su intromisión directa en el conflicto si no era contra el Estado Islámico (IS). Sin embargo, en poco más de un mes, el ejército estadounidense ha bombardeado dos veces a las milicias leales al Gobierno sirio, ha derribado dos drones iraníes y ha abatido un cazabombardero del régimen. Estas decisiones hacen temer una escalada, particularmente en el este de Siria.
Hasta hace bien poco, los múltiples actores de la sangrienta guerra en este país han actuado en áreas vastas y delimitadas gracias a canales de contacto bilateral: tropas de Estados Unidos apoyan una alianza multiétnica para tomar Raqqa y a las brigadas opositoras en el sureste, mientras que Rusia e Irán respaldan, por aire y tierra, a las fuerzas leales al presidente Bashar Asad en las provincias de Alepo y Homs. Pero los avances territoriales han acercado estos frentes hasta acoplarlos peligrosamente.
El epicentro de la guerra que se vislumbra tras la esperada caída de Raqqa es la región oriental de Deir Ezzor. Concretamente, el área fronteriza entre el paso de Tanf y la ciudad de Abu Kamal, en manos del IS. En Tanf, la coalición internacional que lidera EEUU tiene acuartelados unos 200 efectivos opositores destinados a combatir al IS. El 18 de mayo pasado, según el portavoz de la coalición Ryan Dillon, “la coalición golpeó a fuerzas prorrégimen que avanzaban bien adentro la zona de desescalada establecida al noroeste de Tanf”.
La coalición volvería a atacar días después otra posición cercana de milicias pro Asad determinadas a tomar Tanf. Por aquí pasa la vía más corta entre Bagdad y Damasco, lo que algunos medios han denominado el eje iraní. Sin embargo, pese a sus amenazas, Trump no pudo evitar que estas fuerzas chiíes alcanzaran la frontera sirioiraquí por el norte, cerrándoles el paso hacia Abu Kamal. El 18 de junio, en un golpe más de autoridad, Irán disparó por primera vez seis misiles balísticos contra Deir Ezzor, al noroeste de Abu Kamal.
El órdago de Irán vino acompañado, justo en el mismo día, de la decisión sin precedentes de EEUU de derribar un caza Sujoi-22 del ejército sirio al oeste de Raqqa. En cuestión de horas, Siria, que ha perdido casi medio millón de vidas y sufre una crisis migratoria sin precedentes, se vio abocada a un nuevo periodo que, se teme, sea todavía más destructivo. Donald Trump, que tanto criticó a Obama por sus acciones en Siria, tiene ante sí el dilema de escalar la guerra al extender sus ataques a Rusia, Irán y Siria o contenerse.
Según varios medios, Washington está dividida entre los halcones, partidarios de escalar el conflicto, especialmente contra Irán, y quienes evocan la invasión y el posterior infierno iraquí -cuna del IS- para rechazar tal estrategia… si es que la hay: en la Casa Blanca muchos se preguntan si realmente Trump tiene planes tras la caída del IS. Una de las principales dudas es qué ocurrirá con las brigadas opositoras. Especialmente las kurdas, que combaten en Raqqa contra el deseo de Turquía, aliada de EEUU en la OTAN.
“El choque entre EEUU y milicias progubernamentales en Siria es un caso raro. ¿Realmente EEUU quiere verse implicado en otra guerra, ahora que aumentan las tropas rumbo a Afganistán y se ha hecho un discreto despliegue sobre Somalia?”, se pregunta, en conversación con EL MUNDO, el analista de Seguridad y Defensa Jesús M. Pérez Triana. “[De ocurrir] sería un caso típico de mission creep”, añade, refiriéndose al término que define una misión que se expande más allá de su objetivo y puede acabar de forma adversa.
Por el momento, los halcones en la Casa Blanca pierden la partida. El sábado pasado, el portavoz Dillon aseguró a la prensa, desde el Pentágono, que su país está abierto a la participación de otros actores en la lucha contra el IS, incluso en Abu Kamal: “Si [las fuerzas pro Asad] quieren combatir al IS en Abu Kamal y tienen la capacidad de hacerlo, entonces serían bienvenidas. Nosotros, como coalición, no estamos por acaparar terreno. Estamos para matar al IS”, apostilló.
El mensaje no indica un giro de 180 grados de EEUU en Siria. Pero, por el momento, rebaja las expectativas de una erupción cerca de Abu Kamal. Otro dolor de cabeza será el norte sirio. Turquía, el Gobierno sirio e incluso Rusia desconfían del respaldo estadounidense a las milicias kurdosirias porque representan no sólo la huella de ese país en Siria, sino un proyecto político contrario a los intereses de Damasco.
La coalición anti IS avanza sobre Raqqa
Las Fuerzas Democráticas Sirias (SDF) han casi rodeado la ciudad de Raqqa y la penetran por este y oeste. Según cuentan los testigos, la batalla se libra entre intercambios de tiros y explosiones calle por calle, habitadas por miles de civiles. Según el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos, casi 500 civiles han muerto en Raqqa y Deir Ezzor por bombardeos de la coalición anti IS en respaldo a las milicias aliadas.
La agencia pro kurda ANHA ha explicado que cientos de civiles, atrapados en Raqqa, han podido abandonar la urbe portando banderas blancas y se han refugiado en territorios controlados por las SDF. Desplazados y combatientes celebraron ayer el Eid al Fitr, la festividad que conmemora el fin del mes de ayuno del Ramadán. La celebración fue una pausa en la batalla, cada día más feroz a medida que los milicianos penetran en la urbe. Ya han tomado al menos seis barriadas.
Uno de los temores es que, como ocurrió en Mosul, el Estado Islámico use a los civiles de escudos humanos y coloque arsenales en zonas civiles. Según el Observatorio, los ataques de la coalición han matado en el último mes a 470 civiles, incluidos 170 niños. Naciones Unidas ha calificado este fenómeno de “pérdidas devastadoras”. Los civiles que sobreviven acusan a los extremistas de tratarlos como “infieles, incluso siendo musulmanes desde la cuna”.
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