martes, 6 de enero de 2015

¿El fin de la Autoridad Nacional Palestina o el colapso de la moderación?

06-enero-2015

por: Mauricio Meschoulam



En el eterno conflicto palestino israelí siempre parece que quienes se pelean con todo lo que tienen, como sucede ahora mismo, son los más radicales. Pero no en todos los casos es así. O al menos no lo es relativamente. Hay fuerzas mucho más extremistas en ambos lados, quienes paradójicamente terminan ganando de dinámicas como la que estamos viviendo, la cual pudiera culminar con el colapso de la Autoridad Nacional Palestina. Cada vez que Abbas fracasa o se muestra ineficaz, no son actores más moderados quienes se benefician, sino fuerzas mucho más radicales y violentas que el actual presidente palestino. Del lado israelí la situación no es muy diferente. Aunque a muchos pueda parecer extraño, Netanyahu era de hecho, el "moderado" del gabinete que terminó por disolverse, y nada garantiza que tras la espiral ascendente que hoy se vive, el próximo gabinete vaya a tener un perfil más suave que el anterior. Esto posiblemente ya está siendo considerado por ambas partes, pero hasta ahora no hay señales de que alguien esté dispuesto y/o sea capaz de detener la perversa dinámica que está llevando la existencia de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) al colapso.

Riesgos de extremismo y conflicto armado

Hace solo unos meses, se desató una fase más del sangriento conflicto, siempre latente, entre Israel y Hamás, la organización islámica que controla de facto la Franja de Gaza tras haber expulsado de ella a la ANP. El resultado de esa última fase de conflicto, como normalmente sucede, no fue el debilitamiento político de Hamás, sino su fortalecimiento. Desde agosto hasta la fecha las encuestas parecen ser consistentes: si las elecciones palestinas tuviesen lugar hoy, Hamás ganaría tanto el parlamento como la presidencia palestina. Las razones son obvias: a los ojos del pueblo palestino Abbas y su partido, el Fatah, han sido absolutamente ineficaces en lograr beneficios reales para su sociedad. Al margen de que Hamás -procedente de la Hermandad Musulmana- es percibido como un grupo mucho más cercano a la gente y menos corrupto que Fatah, en la opinión de la gran mayoría de la sociedad palestina (de acuerdo con diversos estudios de opinión tanto israelíes y palestinos como internacionales), los métodos políticos y diplomáticos que el Fatah ha empleado en las últimas décadas, no han sido capaces de presionar a Israel y sacarle concesiones serias. Los métodos violentos que emplea Hamás, en cambio, han sido mucho más efectivos; golpean política y psicológicamente a Israel, el estado ocupante, consiguen que el gobierno de Netanyahu se siente a negociar (incluso con "terroristas", aunque sea a través de terceros), y que suavice sus posiciones.

Más aún, Hamás no es el grupo más radical que existe en Palestina. Hamás mismo cuenta con un ala militar, pero también con un ala política en el exilio, y otra en Gaza, mucho menos interesada en el conflicto armado y más preocupada en sus funciones cotidianas de gobierno y en temas como la estabilidad económica y financiera de la franja. Pero más allá de Hamás, en Palestina operan grupos más radicales, algunos de ellos conocidos desde hace mucho tiempo como la Jihad Islámica, y otros mucho más nuevos. Hace solo unas semanas, el ejército israelí desmanteló una célula palestina ya afiliada a ISIS. Vale la pena recalcar que si ISIS adquiriera fuerza en los territorios ocupados por Israel, estaríamos ante un escenario que no solo amenazaría a Israel mismo, sino al propio gobierno de la Autoridad Nacional Palestina e incluso al propio Hamás, quienes quedarían ahora como los moderados de la ecuación.

La dinámica de radicalización

El endurecimiento de las posturas de Abbas es en realidad una lucha de supervivencia. Su lucha es con Hamás y con las otras organizaciones radicales que operan en Palestina. Para lograrlo, y ante el repetido fracaso -por las causas que sea- de los esquemas de negociación con Israel, Abbas ha optado por lanzar una ofensiva diplomática sin precedentes. Esta ofensiva tiene el objeto primero de ejercer una presión política nunca antes vista en contra de Israel y de ese modo, orillarlo a negociar y ceder en sus posturas. Pero mucho más que ello, la meta de Abbas es reposicionarse internamente, como un líder fuerte y efectivo.

La respuesta del gobierno de Netanyahu ha sido contraatacar con todo. La paradoja es que con cada contraataque y cada vez que se consigue efectivamente golpear a Abbas, se confirma ante la sociedad palestina la ineficacia de sus métodos políticos y diplomáticos, y por ende, se afirma su debilidad interna y el robustecimiento de los actores como Hamás, quienes prefieren optar por métodos mucho más extremos y violentos. Las últimas encuestas de opinión entre la sociedad palestina así lo confirman.

Espiral de conflicto político 

Si bien lo anterior es conocido, aparentemente nadie en el gabinete de Netanyahu ha sabido o deseado elegir alguna alternativa diferente, que aquellas que terminan debilitando a la ANP y a su liderazgo. Desde su perspectiva, ante la ofensiva diplomática de Abbas no queda opción, sino atacarlo y golpearlo lo más fuerte posible. Del lado palestino ocurre precisamente lo mismo. Buscando ejercer presión en contra de Israel, se termina confirmando a las posturas más extremas en esa sociedad, que la parte palestina no tiene voluntad de negociar y que los acuerdos son inalcanzables. Esto ha detonado una espiral ascendente de conflicto, aunque este conflicto aún permanece en el campo de lo político.

En la última ronda de ese golpeteo, la ANP presentó una resolución ante el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas con el fin de obtener su membresía de pleno derecho en esa organización (ya cuenta con el reconocimiento de Estado No-Miembro Observador), y por consiguiente pretendía buscar el pleno reconocimiento como estado, reconocimiento que se vendría a sumar al que ya ha obtenido ante diversos parlamentos en países occidentales. Israel empujó con todas sus fuerzas políticas posibles para que la iniciativa no fuese aprobada. Al final y después de algunos titubeos, Washington permaneció al lado de Tel Aviv y vetó la resolución.

Tras el fracaso de aquella iniciativa, la ANP ha decidido registrarse como miembro de la Corte Penal Internacional (CPI), situación que le permitiría llevar a juicio a líderes y militares israelíes tras acusarlos de crímenes de guerra. Como respuesta, Israel está adoptando diversas medidas. La más grave de ellas es la retención de recursos pertenecientes a la ANP -impuestos recolectados por Israel, como parte de los acuerdos de Oslo- lo que de persistir, terminará por asfixiar financieramente a la ANP, y lo que sumado a otras acciones que ya se tienen planeadas, podría resultar en el colapso de esa entidad que nació como producto del proceso de paz de los 90.

El riesgo del colapso de la ANP

Si este colapso se llega a materializar se prevén las siguientes consecuencias, o parte de ellas:

  • 1. Israel dejaría de contar con la colaboración en materia de seguridad de quien hasta ahora ha sido su mayor aliado para limitar la violencia en Cisjordania. Ello podría resultar en un aumento de la inestabilidad y extremismo en esa región.


  • 2. Sin la existencia de la ANP, Israel como fuerza ocupante, se vería obligado a asumir la responsabilidad de muchos asuntos de los aproximadamente 4.5 millones de palestinos que viven en Cisjordania y Gaza, tales como la salud y la educación entre otros servicios, lo que terminará produciendo un complicado golpe presupuestario para Israel.


  • 3. El fin de la ANP, lo que ya sería visto como un golpe casi mortal a cualquier posibilidad de negociaciones de paz, muy probablemente radicalizará las posturas de aún más palestinos, resultando en el incremento de actividad terrorista (organizada y no organizada, como ha sucedido con el aumento de ataques a manos de "lobos solitarios" en tiempos recientes), así como en la potencial penetración (ahora sí de manera más seria) de organizaciones como Al Qaeda y/o ISIS.


  • 4. Ello tendería probablemente también a producir un aumento en la radicalización de buena parte de la sociedad israelí, la que además de ver con buenos ojos cualquier medida de mano dura, favorecerá la eternización de la ocupación. El círculo violento sería interminable -más que hasta la fecha, aunque nos parezca difícil de imaginar que ello sea posible.


  • 5. La moderación, en ambas sociedades, habrá recibido una caída de la que quizás no será capaz de levantarse. Y si ello sucede, muy probablemente se incrementarán aún más las tensiones entre Israel y sus más cercanos aliados, como lo es Washington.

    Por consiguiente, está en el interés de ambas partes, de manera urgente, detener la espiral conflictiva en la que se han peligrosamente enredado los "moderados", o si se prefiere, los "menos extremistas" de la ecuación. Incluso un político como Rivlin, presidente israelí, posicionado más a la derecha que muchos miembros del gabinete, incluido Netanyahu, está criticando las medidas adoptadas en contra de la ANP como factores que operarán contra el interés israelí.


  • Pensamiento alternativo

    Las soluciones, obviamente, no son simples ni claras. Pero eso no impide que en espacios como este podamos ejercitar formas distintas de pensar e imaginar alternativas. Considere usted la siguiente:

    Hace unos meses el Instituto de Estudios para la Seguridad Nacional, un think-tank de la Universidad de Tel Aviv publicó un análisis en el que invitaba al gobierno israelí a sumarse al reconocimiento del Estado Palestino. Desde la perspectiva de esta importante e influyente casa de análisis, el gobierno israelí parece "casado" con la idea de bloquear todo intento para que el reconocimiento internacional de Palestina como estado prospere. Si Israel se sumara a esas iniciativas, nada cambiaría en lo material. Palestina como estado no existiría de facto, sino hasta que el proceso de negociaciones siguiera su curso y, en cambio, se obtendría una actitud mucho más favorable por parte de cuerpos internacionales y de varios estados (incluidos muchos países árabes) quienes quizás podrían ayudar a presionar a las partes en favor de hacer concesiones, y con ello se detonaría finalmente un círculo virtuoso que favorecería el fortalecimiento de las alternativas políticas y diplomáticas como mecanismos para la solución de las disputas entre palestinos e israelíes, en lugar del recurrente conflicto violento. Eso desarmaría a los grupos radicales y detendría el crecimiento del respaldo con el que cuentan.

    Esa es una propuesta. Hay otras. Lo que queda claro es que el panorama tras un potencial colapso de la ANP no es precisamente optimista, así que pensar en ideas alternativas no puede hacer daño. ¿Usted qué opina?

    http://blogs.eluniversal.com.mx/weblogs_detalle21270.html

    No hay comentarios:

    Publicar un comentario

    Netanyahu plantea la paz con los saudíes como clave para resolver el conflicto con los palestinos En una entrevista con Al Arabiya, el prime...