Paradojas de Israel y la Jihad
Por Pablo Sklarevich
El Oriente Medio tiene por costumbre meter parejas extrañas en una misma cama. Una rara confluencia es lo que pareció surgir entre el Estado de Israel, comandado por el primer ministro, Benjamín Netanyahu, y el grupo islamista Hamas, durante la reciente conflagración de dos días, a mediados del mes de noviembre.
Por motivos radicalmente distintos ambos actores compartieron el interés de recortar lo antes posible la batalla, y tampoco se mostraron demasiado conmocionados al ver desangrarse a la Jihad Islámica Palestina (JIP), que en sintonía con Irán, ha estado últimamente actuando como un verdadero aguafiestas.
La decisión de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) de no responsabilizar –como suele hacerlo- a Hamás por los lanzamientos de cohetes, a sabiendas de que el grupo es prácticamente el soberano indiscutido de la Franja, abochornó a la propia organización islamista, que se sintió al parecer obligada a recalcar que uno de los muertos en la contienda era miembro de su ala militar; aunque sin especificar las circunstancias de su fallecimiento.
Además, a pesar de que no fue aclarada con certeza la identidad del autor del lanzamiento de dos cohetes sobre Beer Sheva, violando el cese de fuego; algunos comentaristas no tardaron en sugerir que podría tratarse de un intento de Hamás de recomponer su imagen como factor intransigente.
De hecho, la batalla se desató cuando las FDI perpetraron un ataque selectivo para deshacerse de Bahaa Abu al Ata, comandante de la Jihad Islámica en el norte de Gaza, cuya operación más notoria fue la de interrumpir el discurso de Netanyahu, durante un mitin electoral ante los seguidores de su partido, el Likud, por medio de un cohete lanzado contra la ciudad de Ashdod, en el mes de septiembre pasado. Las imágenes difundidas por los canales de televisión registraron a los guardaespaldas bajando al primer ministro del escenario en cumplimiento con el protocolo de seguridad. Precisamente, esa es al parecer unas de las pequeñas cosas que en el Oriente Medio no se perdonan.
De cualquier manera, Hamás, debido a sus vínculos con los Hermanos Musulmanes, y la Jihad Islámica Palestina por su asociación con Irán, no han hecho otra cosa que aislar a Gaza del mundo árabe.
Increíblemente, en algunos sectores intelectuales cobra fuerza la descabellada idea de que Israel debería promover la reconciliación palestina entre el movimiento nacionalista Fatah y los islamistas de Hamas; cuando ni siquiera puede lograr en su propia casa la unidad entre el Likud de Netanyahu, y la alianza Azul y Blanco (Kajol Laván), de Benny Gantz.
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