Con que se encontraron los rusos al liberar Auschtwitz?
Las puertas del infierno
SENTENCIA. Los trenes llegaban uno tras otro cargados de judíos. (AFP
En los últimos compases de la Segunda Guerra mundial, el inexorable avance del Ejército soviético hacia el corazón de la Alemania nazi llevó, en julio de 1944, al descubrimiento del primer campo de concentración alemán en Majdanek. Allí los soldados encontraron a mil prisioneros, asustados, desnutridos y enfermos. Los judíos habían sido evacuados hacia el oeste en una de las despiadadas marchas de la muerte, por lo que gran parte eran prisioneros de guerra soviéticos.
El general Chuikov escribió: “Cuánto odio había en el corazón de nuestros soldados”, y ordenó que los prisioneros alemanes marcharan por el campo mientras los supervivientes les increpaban. Roman Kamen, uno de los primeros periodistas en llegar al campo, escribió que “nunca había visto algo tan abominable como Majdanek”. El periodista del New York Times, H. W. Lawrence, señaló que Majdanek era “el lugar más espantoso en la faz de la Tierra”. Lo peor, sin embargo, estaba por llegar. Majdanek no era nada comparado con Auschwitz.
Ante el horror
Seis meses después, el 27 de enero de 1945 todo indicaba que iba a ser un día como cualquier otro. No obstante, lo primero que llamó la atención de Ivan Martynuchkin fue el silencio, el olor de las cenizas y el inmenso campo de varios kilómetros. Pero hasta el último momento antes de entrar, este soldado soviético no podía imaginar el horror que encontraría en Auschwitz.
“Al principio pensé que estábamos frente a un campo alemán”, recuerda este veterano del Ejército Rojo, lúcido pese a sus 91 años.
Martynuchkin comandaba una unidad del 60º Ejército soviético y recibió la orden de entrar en lo que después se convertiría en el símbolo del Holocausto perpetrado por los nazis.
Entre 1940 y 1945, cerca de 1,1 millones de personas murieron en este campo, la gran mayoría judíos.
Ivan Martynuchkin tenía entonces 21 años y llevaba dos luchando en el frente, en la reconquista de Ucrania con el Primer Frente Ucraniano, en una división de infantería.
Hedor a muerte
La víspera los cañones tronaban a algunos kilómetros a lo lejos e Iván, al igual que sus compañeros, se imaginaba que comenzaría una nueva batalla.
Una vez en Auschwitz, recibieron la orden de revisar los alrededores y registrar casa por casa para detectar cualquier foco de resistencia nazi.
“Después empezamos a ver gente detrás de las alambradas. Era muy duro de ver. Me acuerdo de sus rostros, sobre todo de sus ojos, que dejaban ver lo que habían vivido, pero al mismo tiempo se daban cuenta de que estábamos ahí para liberarlos”, cuenta.
Los soldados soviéticos encontraron 348.820 trajes de hombre y 836.255 abrigos y vestidos de mujer. Aunque los hornos crematorios llevaban diez días apagados, el hedor de la muerte persistía en el aire.
Cuando los soldados llegaron al campo quedaban solo 7.000 prisioneros, los más débiles. Los otros habían sido evacuados hacia Loslau (hoy Wodzislaw Slaski, en Polonia), una ‘marcha de la muerte’ que permanecerá en la memoria de los detenidos que lograron sobrevivir, como un horror aún peor que lo que vivieron en los campos.
Informe tardío
La prensa soviética tampoco pareció demasiado interesada en la liberación de aquel campo que, a la postre, se convertiría en sinónimo del Holocausto. Debido a la ‘Cortina de hierro’ de silencio que empezaba a separar a la URSS de sus aliados, se conoce menos de la liberación de los campos por el Ejército Rojo. En febrero de 1945, los británicos preguntaron al Kremlin sobre la liberación de Auschwitz. Tan solo dos meses después, los soviéticos informaron de forma vaga que las víctimas eran “cuatro millones de ciudadanos de varios países europeos”.
La pesadilla de Bergen-Belsen
El Ejército Rojo liberó también Sachsenhausen, Ravensbrück y varios campos más durante los últimos días del conflicto. En el oeste la atención se centró en el campo de Bergen-Belsen, liberado por los británicos en abril de 1945. Aquel campo fue muy relevante ya que se trató de uno de los pocos que los alemanes rindieron repleto de prisioneros vivos y moribundos pues los alemanes no podían, o deseaban, enfrentarse a un estallido de tifus. Cuando se mostraron al mundo las imágenes de miles de muertos, de hombres famélicos y enfermos, estas causaron una enorme conmoción. Un oficial británico describió: “Lo que presencié fue capaz de sobrecoger a un curtido veterano de la guerra como yo. En su interior había filas de literas que contenían a varios hombres desnudos cada una, el hedor era insoportable…. Nunca olvidaré lo que vi aquel día, ni seré capaz de olvidar a una raza capaz de semejante maldad”.
Sin esperanza
Lo que los soldados británicos desconocían era que Bergen ni siquiera era un campo de exterminio. La liberación, sin embargo, no significaba sobrevivir. Más de un tercio de los prisioneros de Bergen-Belsen fallecerían de malnutrición y enfermedades en los meses posteriores.
Escenas similares se produjeron en campos liberados como Dachau, Buchenwald y Mathausen. Un médico norteamericano señaló sobre Dachau: “El campo estaba sucio, asolado por las enfermedades. Los prisioneros estaban desnutridos. Sus rostros se mostraban deprimidos, con la mirada perdida, sin esperanza”.
La ruptura entre URSS y Occidente
La falta de publicidad en la liberación de Auschwitz fue un síntoma significativo del creciente alejamiento entre los soviéticos y sus aliados occidentales. Auschwitz era un campo en territorio polaco y ya se habían producido las primeras tensiones entre los Aliados y Stalin en torno al destino de Polonia. Las fricciones se habían agudizado por la falta de apoyo de la URSS al levantamiento de Varsovia en verano de 1944 y al descubrimiento de las fosas de Katyn donde miles de oficiales polacos habían sido fusilados por las fuerzas de seguridad soviéticas.
Marchar o morir
A principios de 1945, todavía quedaban 11 grandes campos bajo control nazi. Mientras los Aliados avanzaban hacia el interior del Reich, las SS obligaban a los supervivientes a marchar hacia el interior del país. Las SS fusilaban a todos aquellos que se encontraban demasiado débiles para marchar y muchos otros fallecieron como consecuencia del frío, el hambre o las enfermedades. Se estima que el 25% de los 60.000 supervivientes de Auschwitz fallecieron en las marchas de la muerte.
La brutalidad nazi
Cuando el general Eisenhower llegó al campo de Buchenwald, declaró que allí se encontraba la “indiscutible prueba de la brutalidad nazi”. Sin embargo, ya auguraba que el Holocausto podría ser negado: “He visitado cada rincón del campo porque es mi obligación poder testificar de primera mano sobre estos acontecimientos por si surge algún día la creencia de que las historias de la brutalidad nazi son sólo propaganda”.
La liberación de los campos nazis no debe hacer olvidar que de los 6.500 hombres de las SS que trabajaron en Auschwitz, tan solo 750 fueron condenados por varios delitos. El carácter mecanizado del exterminio, unido a la utilización de prisioneros para operar los crematorios, hizo muy difícil probar que la mayoría de los hombres de las SS hubiesen asesinado directamente a alguien.
‘Montaje en cadena’
El aspecto más espeluznante de los campos de exterminio fue que la planificación, la administración y la puesta en práctica de los asesinatos se llevó a cabo como ‘un montaje en cadena’.
En Treblinka, en 13 meses entre julio de 1942 y agosto de 1943, solo fueron necesarios 50 alemanes, 150 ucranianos y mil judíos obligados a trabajar, para llevar a cabo el exterminio. En cualquier caso, la labor de los Aliados de impartir justicia era compleja. Ocho millones de alemanes se habían afiliado al partido nazi y, ante tales cifras, los aliados se vieron obligados a renunciar al concepto de ‘responsabilidad colectiva’ en el Holocausto.
Sin mucho interés
El impacto del descubrimiento de los campos tardó en hacerse patente ya que, tras la guerra, el Holocausto no suscitó un gran interés. Muchos de los supervivientes judíos vivían tras la ‘Cortina de Hierro’. Documentos relevantes permanecían en poder de la URSS y, en Europa, la reconstrucción parecía más urgente que hurgar en las heridas del doloroso pasado.
Sería el Estado de Israel el que convertiría el Holocausto en centro de atención mundial con el juicio de Adolf Eichmann, aunque el punto de partida para una mayor conciencia se debió a una nueva forma de enfocar el asunto en los medios de comunicación.
‘La solución final’
° El comandante Heinrich Himmler había afirmado que el exterminio de los judíos era “una gloriosa página de la historia que nunca había sido escrita y que nunca lo sería” y exigió a sus hombres que se llevaran el secreto del genocidio a sus tumbas. En noviembre de 1944 ordenaba que cesara el exterminio en las cámaras de gas, que estas fueran desmanteladas y que toda evidencia que pudiese servir para enjuiciar a los verdugos fuera destruida. Al final unos seis millones de judíos habían fallecido en el Holocausto, eufemísticamente denominado por los nazis “la solución final” del “problema judío”.
Una nueva moral
° Los campos de exterminio nazis fueron la expresión de algunas de las tendencias más significativas de la civilización occidental en el siglo XX: la naturaleza destructiva de la guerra moderna, la expansión del poder estatal y los métodos organizativos de las empresas modernas.
El Holocausto no fue un acontecimiento histórico excepcional que representara una regresión a la barbarie medieval. Se trató de un acontecimiento central de la historia moderna que fue posible gracias a la ciencia más avanzada y a la organización racional burocrática de la sociedad industrial.
Estos medios no solo proporcionaron los medios para cometer el genocidio, sino que ofrecieron también una nueva moral moderna que valoraba la disciplina organizativa por encima de cualquier responsabilidad ética.
Estrechando el cerco
La liberación comenzó el 24 de julio de 1944 con la del campo de Majdanek (en las afueras de Lublin, Polonia) por el Ejército Rojo y concluyó el 8 de mayo con la capitulación sin condiciones de Alemania.
Esta liberación, o más bien estas liberaciones, tuvieron lugar a medida que se estrechaba el cerco sobre Alemania, con el avance de las tropas soviéticas al este y de las estadounidenses y aliadas al oeste, y en plena desintegración del Tercer Reich.
Cifras que aterran
Como resultado, el impacto que produjo descubrir el mayor campo de exterminio de la historia tardó en materializarse. Tan solo recientemente se ha podido hacer un balance bastante objetivo de lo que allí sucedió. De 1.300.000 personas que fueron enviadas al campo, 1.100.000 fallecieron y de esa cifra, aproximadamente un millón fueron judíos. La deportación de 438.000 judíos húngaros a Auschwitz durante 1944 hizo que el campo superase en su terrible estadística a Treblinka (con cerca de 900.000 muertos).
Dato
° Se estima que, hasta la Capitulación del Tercer Reich, los nazis asesinaron a unos 5,5 millones de judíos, aproximadamente la mitad de los once millones que planearon eliminar en la Conferencia de Wannsee, celebrada en enero de 1942, en que se planificó la llamada “Solución final”.
MUERTE. Millones de judíos fueron masacrados y sus cadáveres transportados como animales. (Foto de Archivo)
HORROR. Escenas como esta descubrieron los soldados soviéticos al llegar a Auschwitz. (Foto de Archivo)
No hay comentarios:
Publicar un comentario