Las confesiones de Adolf Eichmann que estuvieron perdidas por años.
Eichmann declaró que era un burócrata que cumplía órdenes. Las transcripciones de las conversaciones que Eichmann tuvo con un periodista nazi y que fueron publicadas recientemente, muestran que alardeaba sobre su importante papel en la ejecución de la Solución Final.
Estas son las espeluznantes palabras de Adolf Eichmann, la fuerza motora de la "solución final a la cuestión judía" de los nazis, y artífice del asesinato de millones de judíos:
"Cada fibra de mi ser se resiste a creer que hicimos algo malo. Debo decirles honestamente, si hubiéramos matado a 10 millones 300 mil judíos, entonces estaría satisfecho y diría: 'Muy bien, exterminamos a un enemigo'. Entonces hubiéramos cumplido con nuestra misión".
Eichmann dijo esas palabras en una grabación en Buenos Aires, cuatro años antes de ser juzgado en Jerusalem. Después de la guerra, Eichmann huyó a Argentina y allí fue capturado en 1960 por agentes del Mosad que lo sacaron del país y lo llevaron a Israel.
El 11 de abril de 1961, Adolf Eichmann fue juzgado por sus crímenes. Él se puso de pie dentro de una caja de vidrio y escuchó al presidente del tribunal, Moshé Landau, comenzar a leer el veredicto: "El acusado, junto con otros, durante el período entre 1939 y 1945, provocó el asesinato de millones de judíos". El juez mencionó la ubicación de los campos de exterminio nazi: "Auschwitz. Millones de judíos fueron exterminados en este campo desde 1941 hasta fines de enero de 1945, en cámaras de gas y crematorios. Por disparos y por la horca. El acusado ordenó a los comandantes de ese campo a usar el gas conocido como Zyklon B. En 1942 y 1944, el acusado también aseguró el suministro de la cantidad de gas necesaria para el exterminio de los judíos".
En respuesta a los cargos presentados en su contra, Eichmann respondió: "En el espíritu de la acusación, no soy culpable".
Eichmann se negó a aceptar la responsabilidad, no por seis millones de vidas, ni siquiera por la vida de un judío cuya sangre clama desde la tierra contaminada.
El mundo escuchó los espeluznantes testimonios de los sobrevivientes que describieron los brutales y grotescos asesinatos. Día tras día, todos quedaron atrapados en las angustiantes historias de muerte y devastación.
La fiscalía también había obtenido más de 700 páginas de transcripciones de las cintas que habían sido grabadas en Buenos Aires. Pero Eichmann insistió en que las transcripciones distorsionaban sus palabras y la Corte Suprema no las aceptó como prueba. Eichmann declaró que sólo era un funcionario de bajo rango. Incluso se burló y desafió al fiscal Guideon Hausner para que presentara las cintas originales, sabiendo que estas estaban protegidas por simpatizantes nazis. A Hausner le ofrecieron las cintas por 20.000 dólares, pero el vendedor insistió en que no las llevarían a Israel hasta que terminara el juicio.
Eichmann fue ahorcado. Él subió a la horca insistiendo que simplemente cumplió órdenes, que fue un pequeño engranaje en la máquina asesina del estado, y que estaba a cargo de detalles como los horarios de los trenes. Negó cualquier responsabilidad, no estuvo dispuesto a admitir que sus manos estaban manchadas con sangre de los judíos.
Durante muchas décadas, las 70 horas de entrevistas donde este criminal de guerra nazi se jactó de su rol en el Holocausto se mantuvieron bajo llave. Las grabaciones fueron vendidas a una casa editorial en Europa y, eventualmente, las compró una firma anónima que las entregó a los archivos federales de Alemania, insistiendo que sólo podían ser usadas para investigaciones académicas.
Las cintas ahora se convirtieron en una nueva serie documental israelí llamada: "The Devil’s Confession: The Lost Eichmann Tapes” (La confesión del diablo: las cintas perdidas de Eichmann), que revela las explosivas palabras de este hombre que descendió a los abismos del mal.
En las entrevistas, Eichmann habla abierta y orgullosamente de su rol. Las entrevistas las llevó a cabo en 1957 Wilhem Sassen , periodista holandés, oficial de la SS y propagandista nazi en la Segunda Guerra Mundial. Él convenció a Eichmann para que hablara diciéndole que obviamente quería que un día su historia fuera conocida. Sassen y sus colegas, todos simpatizantes nazis, se reunían cada semana en la casa de Sassen a beber vino y fumar durante horas mientras escuchaban el placer que Eichmann tuvo matando judíos.
Su odio venenoso contra los judíos es aparente incluso en los momentos más banales. Por ejemplo, cuando una mosca zumba en la habitación, Eichmann la aplasta y dice que tenía una "naturaleza judía".
A diferencia de lo que sucedió en su juicio, donde negó conocer el destino de los judíos, aquí alardea por su rol persiguiendo y atrapando judíos. "Los judíos aptos para trabajar, deben enviarse a trabajar. Los judíos que no pueden trabajar, deben enviarse a la solución final. Punto".
"Los judíos aptos para trabajar, deben enviarse a trabajar. Los judíos que no pueden trabajar, deben enviarse a la solución final. Punto".
El documental presenta ante el público por primera vez la evidencia que faltó en el juicio. Metro-Goldwyn Meyer está buscando socios para comprar y difundir la serie en todo el mundo. Tanto el productor como el director de la serie son nietos de sobrevivientes del Holocausto.
Kobi Sitt, el productor, dijo: "No temo del recuerdo, temo del olvido". Y agregó que deseaba "brindar una herramienta para infundir vida a la memoria", porque la generación de los sobrevivientes va desapareciendo.
Cumplir una misión
Eichmann habla de cumplir su misión. Su deseo era exterminar tantos judíos como le fuera posible.
Yo también hablo de mi misión. Mi deseo es vivir como judía e iluminar el mundo con la luz de Dios. No sólo por mí misma, sino por todos mis amados abuelos y abuelas, tíos y tías, dulces y pequeños sobrinos a quienes Eichmann mandó a las cámaras de gas. Su odio no va a extinguir mi amor. Su bestialidad no disminuirá mi humanidad. Su oscuridad no destruirá mi luz.
El alma del judío es eterna. Nuestra nación sigue de pie. Jerusalem nos llama. Cada niño judío que nace es una respuesta a Eichmann y a los nazis que creían que quitarían la vida a todos los judíos. Cada vela encendida en Shabat, cada bendición que se pronuncia, cada libro sagrado que se estudia es un grito desafiante. Estamos aquí. Am Israel Jai, 'el pueblo judío vive'.
Sobre el Autor
Slovie Jungreis-Wolff es una escritora independiente e instructora en relaciones personales y educación. Ella es la hija de la Rebetzin Esther Jungreis, fundadora de Hineni Internacional. Slovie ha enseñado clases en Hineni para parejas jóvenes sobre educación durante más de quince años. Su libro, "Raising A Child With Soul" (Criando a un Niño con Alma), ha salido recientemente al mercado por la editorial St. Martin Press.
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