¿Hay alguna razón por la cual debemos casarnos?.
La tasa de matrimonios en la actualidad es la más baja de toda la historia. ¿Acaso esto tiene alguna importancia?
Después de ir creciendo durante muchos años, la tasa de divorcios en los Estados Unidos hoy es menor que hace una década. Antes de que comiencen a celebrarlo, la razón de este cambio no es que haya más matrimonios felices, sino que menos personas eligen casarse.
De hecho, la tasa de matrimonios en la actualidad es la más baja desde que el gobierno de los Estados Unidos comenzó a llevar registros de los matrimonios en el país, en el año 1867. De los que se casan, el 50 por ciento se divorciarán. El matrimonio promedio dura 8,2 años.
Con estas probabilidades, no es sorprendente que cada vez menos gente joven decida entrar a la institución del matrimonio o que le encuentre algún significado. A fin de cuentas, si dos personas se aman, ¿no es el matrimonio sólo es un pedazo de papel, una tradición fuera de moda, una creación social? Y si alguien está feliz solo, ¿por qué debería considerar el matrimonio?
¿Por qué los jóvenes deberían casarse?
Trabajar sobre ti mismo
Originalmente, Adam fue creado solo. Una parte esencial de la persona es estar sola, sentirse cómoda consigo misma y buscar satisfacer sus propios intereses. Pero poco después, Dios dijo: "No es bueno que el hombre esté solo; le haré una contraparte adecuada para él". Solo, el hombre sólo toma y recibe. Dios quería que se convirtiera en un dador, y por eso creó el matrimonio, la necesidad de comprometerse, de dar prioridad al compañero, y de hacer lugar para otra persona. El matrimonio nos obliga a crecer y nos ayuda a convertirnos en mejores versiones de nosotros mismos.
Por eso la Torá nos dice que cuando es el momento correcto: "el hombre debe dejar a su padre y a su madre y apegarse a su esposa, para volverse una sola carne". Un niño es un receptor, enfocado en sí mismo y dependiente de los demás. Cuando una persona se apega a su esposa y se convierten en uno, comienzan a crecer para ser independientes juntos; deben preocuparse y ser mutuamente responsables el uno por el otro. El matrimonio fomenta la madurez, la fiabilidad y la integridad. Rav Jaim Vital, un gran místico del siglo XVI, dijo: "Las cualidades de carácter de la persona se miden principalmente por la forma en que es con su esposa".
Volverse uno
La Torá enseña que en el sexto día de la creación, Dios creó una figura que abarcaba al hombre y a la mujer y luego la dividió en dos: Adam y Javá. Si Dios es Omnipotente e Infinito, Él sabía que finalmente iba a crear dos seres. ¿Por qué no los creó separados desde un comienzo?
Si Dios hubiera creado al hombre y a la mujer por separado, su unión hubiera sido un caso de uno más uno, una colaboración de dos. Pero en cambio Dios quería que comprendiéramos que solos somos una mitad y que cuando llega el momento adecuado, debemos buscar a nuestra otra mitad, la persona que nos complementa para que podamos volvernos uno. Por eso el Talmud (Ievamot 62a) dice: "Un hombre que no tiene esposa no es un hombre completo", y continúa diciendo: "La esposa del hombre es como su propio cuerpo".
En un matrimonio sano, un esposo no es sólo un compañero de cuarto o alguien con quien dividir las responsabilidades y las tareas. El matrimonio no es por conveniencia ni por comodidad. Un esposo/a complementa nuestra personalidad, complementa nuestra alma y es la persona exclusiva que combina para convertirnos en una misma carne.
Innumerables investigaciones demuestran los beneficios mentales, físicos y emocionales del matrimonio. Los estudios revelan que las parejas casadas en general son más felices, a pesar de que ya no viven la vida sólo de acuerdo con sus propios términos. En contraste, la mitad de las parejas que cohabitan terminan separándose y las personas que vivieron juntas antes de casarse es más probable que terminen divorciándose.
Por lo tanto, en el judaísmo el matrimonio no es sólo una tradición o una forma de vivir. Es una institución sagrada (por lo que en hebreo se llama Kidushín, que tiene la raíz kadosh, sagrado). Sagrado significa distinguido, separado y apartado. El matrimonio es un nexo exclusivo y un compromiso; es una relación singular compartida por el hombre y su esposa que excluye a todos los demás.
Rabí Akiva enseña (Sotá 17a) que si un hombre (en hebreo ish) y una mujer (ishá) establecen un matrimonio fiel, la Presencia Divina reside entre ellos. Las palabras hebreas ish e ishá son casi idénticas. La diferencia entre ellas es la letra del medio iud en ish, y la hei final en ishá. Si unimos estas dos letras, se forma el nombre de Dios. El matrimonio promueve la entrega, el compromiso, la responsabilidad y la lealtad, atributos que imitan y atraen a la Presencia Divina.
El acto del matrimonio crea una unión singular de completa unidad. El matrimonio no es sólo un pedazo de papel. La unificación mística forjada a través del lazo del matrimonio, que convierte a dos mitades en un todo unificado, concretiza un compromiso. Implica invertirse a uno mismo de la forma más profunda, significativa y consecuente. Implica que la relación es cualquier cosa menos casual; no es desechable y no puede disolverse sin consecuencias.
El judaísmo enseña que uno debe entrar al matrimonio con la mentalidad de que es hasta que la muerte nos separe. El compromiso de Abraham con Sará duró a lo largo de sus vidas y continuó incluso después del fallecimiento de Sará. El mecanismo del matrimonio, la entrega y la recepción de un anillo del hombre a la mujer, lo aprendemos de la forma en que Abraham aseguró un lugar de sepultura para Sará. Esta fuente no es una simple coincidencia, sino que nos comunica que un matrimonio sano se construye sobre un compromiso hasta el final. No dejamos ni abandonamos una relación cuando las cosas se ponen difíciles. El matrimonio es un compromiso valioso que debe ser honrado hasta que se hayan agotado todas las opciones y todos los esfuerzos.
Bueno para la sociedad
Pero el matrimonio no sólo es bueno para que los individuos desarrollen su potencial y lleguen a ser la mejor versión de sí mismos, sino que también beneficia a la sociedad en general. Una sociedad compuesta de individuos separados que viven para sí mismos, buscando su propia felicidad y tratando de sacar el máximo provecho de la vida, es una sociedad astillada y dividida de personas que dan prioridad a sus propios intereses.
Una sociedad compuesta de personas que aprendieron a dar prioridad a otros, a dar además de recibir, que entraron en un pacto y un contrato significativo y con consecuencias, es una sociedad elevada, una comunidad más noble. Las lecciones y el crecimiento inherente al matrimonio mejoran a las personas de forma general, y llevan a un mejor funcionamiento, a una sociedad más comprometida y menos egoísta. Una sociedad compuesta de personas más felices y más sanas física, emocional y mentalmente, es una sociedad más feliz y más sana, mejor para todo el mundo.
El matrimonio no sólo es bueno para los individuos, sino que es una institución sagrada e indispensable que nos beneficia a todos.
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