Superar la pérdida a través de la reconexión.
por Debbie Gutfreund
Debemos sentir la ineludible responsabilidad de crear significado en nuestras vidas y conectarnos con lo que realmente importa.
Cuando era pequeña, daba casi todo lo que tenía en mi vida por sentado: mi salud, mi hogar, mi educación, las oportunidades que tenía. Sin darme cuenta, con ingenuidad asumí que merecía los privilegios de mi vida.
Como era la hija de una Jueza de la Corte Suprema, nunca supe lo que era "esperar un turno" en ninguna parte, ni en el consultorio del médico ni en las oficinas públicas. Cuando hice aliá con mi marido y esperamos nuestras primeras tres horas en una oficina gubernamental, sólo para que al llegar nuestro turno nos dijeran que no teníamos los documentos necesarios, me quedé estupefacta. ¿Acaso no sabían quién era yo?
Bueno, en ese momento aprendí la verdad básica respecto a que la vida no me debe nada.
El sentir que merecía todo no sólo me volvió desagradecida, sino que me desconectó de una verdad todavía más significativa: yo le debo algo a la vida; a mí misma; a mi comunidad. Yo le debo algo al mundo.
Sentir que tenemos "derecho a todo" nos desconecta de nosotros mismos, de las personas que nos rodean y de Dios. Pero en cambio, sentir una ineludible responsabilidad de dar y de crear significado en nuestras vidas, nos reconecta con lo que es realmente importante.
El 17 de tamuz fueron derribadas las murallas de Jerusalem, lo que permitió que comenzara la destrucción del epicentro de nuestras vidas espirituales —el Sagrado Templo— y que nos desconectáramos de todo lo que es importante. Durante el período de las Tres Semanas que comienzan con el ayuno del 17 de tamuz y culminan con Tishá BeAv, guardamos duelo por esa sensación de desconexión con nosotros mismos, con Dios y con los demás.
Reconocer el dolor de estar desconectados del significado y del propósito de nuestras vidas es el primer paso para reconectarnos con nuestro ser auténtico y con los regalos que tenemos para darle al mundo. La esencia de esta reconexión es creer que cada uno está obligado a compartir sus dones únicos, que cada uno es responsable de crear significado en su vida y en las vidas de quienes nos rodean.
Aquí propongo cuatro formas para reconectarse:
1. Ser agradecidos por nuestras potencialidades y utilizarlas. Reconocer que los recursos y talentos que tenemos son nuestras herramientas para dejar una huella en el mundo. Como dijo el Rebe de Lubavitch: “Si Dios te dio esos talentos, debes utilizarlos para cumplir con tu rol y tu misión personal. No se trata de un asunto personal con el cual puedes hacer lo que desees. Esos talentos, esas oportunidades, si quedan sin aprovecharse, fueron en vano”.
2. Comparte tu conocimiento. Cuando aprendas algo nuevo o encuentres una pieza de sabiduría, enséñala y compártela. Si lees o escuchas algo significativo, compártelo. El conocimiento es poder. Tenemos la responsabilidad de compartir lo que sabemos. Por esta razón la mitzvá de estudiar Torá también incluye la mitzvá de enseñar Torá.
3. Reconoce qué significa ser judío. Cada mañana le agradecemos a Dios por ser parte del pueblo judío. Pero ser judío no es sólo un privilegio, es también una obligación. Somos responsables no sólo por nosotros mismos, sino también por todos y por todo lo que nos rodea. Nos regalaron la Torá y el judaísmo no sólo para mejorar nuestras propias vidas sino para ser una luz para el mundo. Como dice la Mishná en Pirkei Avot:”No estás obligado a completar la tarea, pero tampoco eres libre para abandonarla”.
4. Debes saber de dónde vienes. Nuestros ancestros nos dejaron un legado y una cadena singular de tradiciones que tenemos la responsabilidad de transmitir a la próxima generación. Tras sobrevivir al Holocausto, Rav Israel Meir Lau se dedicó de lleno a la obligación que sentía de contribuir al pueblo judío, no a pesar sino debido a la enorme pérdida que había experimentado. Él desciende de una larga familia de rabinos que se remonta a muchas generaciones de su familia y entendió que su responsabilidad era llevar adelante esa antorcha de su legado familiar.
Rav Israel Meir Lau se recordaba a sí mismo cada día: “Israel Meir… ahora tu tarea es justificar el hecho de haberte salvado. Debes llevar adelante la misión de tus padres; debes mantener intacta la cadena. De allí vienes”.
Todos formamos parte de la cadena de nuestra nación que ha luchado por superar la oscuridad en un mundo que carece de la luz de nuestro Templo Sagrado. Añoramos reconectarnos con el lugar en nuestro interior que puede crear significado para nosotros mismos y para quienes nos rodean. Como escribió Viktor Frankl en El hombre en busca de sentido: “La vida cuestiona a cada persona y uno sólo puede contestar respondiendo por su propia vida. Y a la vida sólo se le puede responder siendo responsables”.
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