La guerra de Ucrania se está desviando rápidamente hacia un gran conflicto de poder

"Inaceptable e imperdonable", fue la respuesta del Kremlin a la calificación del presidente de los Estados Unidos de Vladimir Putin como "un criminal de guerra", el miércoles 16 de marzo. Indignado en lugar de intimidado por las sanciones y la condena internacional, es probable que el presidente ruso duplique su ofensiva de guerra contra Ucrania, independientemente de la propagación de la muerte, la miseria humana y las ciudades devastadas. Por lo tanto, no se puede descartar una confrontación en expansión en el futuro previsible.

El presidente Joe Biden habló después del horror del bombardeo ruso de un teatro en Mariupol donde más de mil personas, incluidos muchos niños, se refugiaban contra los constantes bombardeos. Se desconoce el número de muertos, al igual que el número de personas que aún están enterradas bajo los escombros, mientras que los rescatistas no pueden llegar a la escena.

Aunque la Casa Blanca no llegó a acusar a los rusos de crímenes de guerra en Ucrania en espera de una investigación, el presidente Joe Biden ahora estaba listo para decir sin rodeos: "Creo que [Putin] es un criminal de guerra". Su secretaria de prensa Jen Psaki dijo que Biden estaba "hablando desde el corazón" (¿no desde la cabeza?). Una investigación sobre crímenes de guerra todavía estaba en curso, dijo, consciente de que se requiere algún tipo de debido proceso para un cargo de crímenes de guerra.

El presidente, sin embargo, no se detuvo en la oratoria. Según los informes, el paquete de ayuda militar de $ 800 millones que aprobó para Ucrania incluía 100 drones kamikazes, aparentemente refiriéndose a Switchblade 300 o Switchblade 600. (Ver foto.) El primero puede identificar ataques contra el personal y el segundo tiene como objetivo destruir tanques y vehículos blindados. Las Switchblades son esencialmente bombas inteligentes robóticas equipadas con cámaras, sistemas de guía y explosivos. Se pueden programar para atacar objetivos a kilómetros de distancia y flotar sobre los objetivos hasta que se les ordene atacar.

El paquete de ayuda estadounidense también incluirá 800 sistemas antiaéreos, 9.000 sistemas antiblindaje y 20 millones de municiones.

Moscú fue visto en Washington como expandiendo sus objetivos más allá de la frontera con Ucrania con el asalto de 30 misiles de crucero rusos a la gran instalación militar ucraniana de Yavrov en las afueras de Lviv, cerca de la frontera polaca. El Ministerio de Defensa ruso dijo que el ataque aéreo destruyó una gran cantidad de armas suministradas por naciones extranjeras y que la base de Yavrov se había utilizado durante mucho tiempo para entrenar al personal militar ucraniano, a menudo con instructores de los Estados Unidos y otros países de la OTAN. Para Putin, esta base ucraniana encarnaba su queja de que la OTAN se había expandido a Europa del Este cerca del territorio ruso.

Para el Kremlin, la base de Ucrania era, por lo tanto, un juego limpio. Para Washington, el ataque fue casus belli. Las decisiones sobre la próxima etapa de la guerra se esperan en la cumbre de la OTAN en Bruselas el próximo miércoles encabezada por el presidente Biden. La administración Biden puede por ahora estar contando con las mortales armas estadounidenses suministradas al ejército de Ucrania para magnificar las pérdidas de guerra rusas hasta el punto de obligar al ejército de Putin a retirarse de Ucrania. En 1988, las armas estadounidenses suministradas a los combatientes yihadistas (que más tarde se convirtieron en Al Qaeda) infligieron pérdidas insostenibles al ejército soviético en Afganistán, forzando su retirada. Es poco probable que este capítulo de la historia de la guerra mundial se repita en el conflicto de Ucrania, cuyo resultado en este momento sigue siendo una cuestión de conjeturas.

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